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Conoció a Hugo en el Castillo Negro. Le llevó su tiempo entender que por eso, por negro, los Emos y los Gótikos se reunen allí. Si es que, tan lista para unas cosas y…
El Castillo Negro ocupa una plaza junto al mar en las afueras de Santa Cruz. Poco frecuentado durante la semana, cuando llega el finde se transforma en lugar de aquelarre para diferentes tribus. Es fácil ver porros y botellón, incluso en horas de matiné.
Ese sábado estában allí a las cinco y media de la tarde, con el sol derritiéndoles el maquillaje que la Yesi había mangado en el Continente. Cuando sale con ella, quedan pronto para que les cunda, porque a las nueve tiene que estar en casa. Si la abuela de Yesika supiera todo lo que le da tiempo de hacer hasta esa hora quizás controlaría otras cosas mejor que sus horarios. Sigue leyendo